Diocleciano, como dijimos, empezó a gobernar en 284. Combatió a los
sármatas y a los alamanes, e hizo la paz con los persas. Reformó la
administración. Sus reformas, creen algunos, hicieron posible que el
Imperio perviviese más de un siglo y medio después de él. Persiguió con
saña a los cristianos (aunque ésta fue, como veremos, la última
persecución que sufrieron). Fue, por último, el primer emperador que
abdicó: en 305 dejó el poder y se retiró a su palacio de Spalatum
(Split, en la actual Croacia).
Tras Diocleciano hubo un poco de
confusión política, hasta que Constantino I empezó a imponerse como el
dueño de Roma: en 312 venció a Majencio en la batalla de Puente Milvio, y
a Licinio en 324. En 313, por el Edicto de Milán, Constantino legalizó
el cristianismo, lo convirtió en "religio licita" (religión permitida).
Refundó la ciudad de Bizancio, sita en donde Europa y Asia, el Mar
Mediterráneo y el Mar Negro, se encuentran. La llamó Constantinopla y la
embelleció y engrandeció para que fuera una segunda Roma. Convocó el
Concilio de Nicea en 325, en el que se condenó el cristianismo arriano y
se estableció como verdadero el católico o "niceno". Fue bautizado en
su lecho de muerte. En la foto que ilustra este artículo podemos ver los
restos de la estatua colosal de Constantino que se encontraba en la
basílica de Majencio, en Roma.
Tras morir Constantino en 337
gobernaron sus tres hijos. El que más vivió fue Constancio II, que
derrotó al usurpador Magnencio, a los alamanes, a los cuados y a los
sármatas, y que murió cuando se preparaba para combatir a su primo
Juliano, a quien habían proclamado Augusto en Galia.
Tras la
muerte de Constancio II en 361 gobernó Juliano, llamado el Apóstata
porque renunció al cristianismo y se proclamó pagano y neoplatónico.
Intentó restaurar el paganismo, y, sin perseguir a los cristianos,
controlar sus impulsos intolerantes (el clero cristiano, tras verse
legalizado, había empezado a hostigar y perseguir a los paganos, a
destruir incluso sus templos). Su muerte en combate en Persia impidió la
continuación de sus planes.
Tras Juliano el imperio se dividió.
En la parte occidental gobernó Valentiniano I, un buen emperador, que
combatió a burgundios, sajones y alamanes, y, en Escocia, a pictos y
escotos. Fundó escuelas, y proporcionó atención médica a los pobres.
Permitió la libertad religiosa, y combatió los abusos del clero.
Después de los reinados de Graciano y de Valentiniano II en Occidente
(vamos a centrarnos en esta parte, pues la oriental empieza en esta
época una historia separada que se prolongó mil años) llegó al poder el
hispano Teodosio I. Él empezó a gobernar en Oriente, pero tras la muerte
de Valentiniano II se hizo también con el poder en Occidente. Fue el
último emperador que gobernó sobre todo el imperio: a su muerte las dos
mitades se separaron para siempre. En 380 Teodosio hizo del cristianismo
católico la religión oficial del imperio (Edicto de Tesalónica). Fue la
muerte prácticamente definitiva del viejo paganismo. En 388 venció al
usurpador Máximo, y en 394 a otro usurpador, Eugenio. En 395 murió. En
su testamento dejó el Imperio de Oriente a su hijo Arcadio, y el de
Occidente a su otro hijo, Honorio. En el siguiente artículo hablaremos
de Honorio y sus sucesores, en los últimos 80 años del imperio. Veremos
como cayó Roma en poder de los germanos, y cómo el Imperio de Occidente
fue dividido en reinos bárbaros.
-JAPM-
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