Escribió Thomas Carlyle: "la verdadera universidad es hoy una buena colección de libros". Creo que he conseguido reunir una excelente colección. Siguiendo el repaso pasamos al comedor de mi casa, donde hemos hecho unas estanterías de obra.
En éstas tengo, por ejemplo, varias obras de Ricardo Menéndez Salmón; "La ridícula idea de no volver a verte", de Rosa Montero; la Historia de Venecia de John Julius Norwich; la Historia de Londres de Peter Ackroyd; "Olvidado rey Gudú", de Ana María Matute; el "Erotica Universalis" de Taschen; catálogos de exposiciones y museos; varias obras de Arturo Pérez- Reverte; la Ilíada y la Odisea; el Quijote y las Mil y una noches.
En éstas tengo, entre otras obras, los evangelios apócrifos; "Bearn", de Lorenzo Villalonga; la autobiografía de Tony Leblanc; "La decadencia de Occidente", de Spengler; la Historia del Arte en la Antigüedad de Winckelmann; "El hereje" de Delibes; "Los mitos griegos" de Robert Graves; la Historia de la Filosofía de Bertrand Russell; una estantería entera dedicada a JRR Tolkien; "La historia interminable" de Michael Ende; "La muerte de Arturo" de Thomas Malory (ilustrada por Aubrey Beardsley); un álbum de cromos de 1932; y un portafolio con facsímiles de documentos del archivo municipal de Cartagena.
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