Los comunistas son como los antiguos reyes déspotas ilustrados: todo por el pueblo, pero sin el pueblo. Por eso Alberto Garzón (comunista español, de Izquierda Unida) dijo en una entrevista que él no podía ir a una cola del INEM a hablarles a los parados, porque no le entenderían. Se creen, de alguna forma, superiores al pueblo. Por eso Fidel Castro, a lo largo de medio siglo, nunca permitió auténticas elecciones libres, democráticas: en el fondo no confían en el pueblo, en su buen (a su parecer) criterio. Y yo me pregunto, si el comunismo es tan bueno, ¿no sabríamos verlo hasta nosotros, el pobre pueblo ignorante, no habríamos por tanto de refrendarlo en unas elecciones, de validarlo?
Pero, al César lo que es del César, Fidel también obtuvo grandes logros. Bajo su liderazgo Cuba se convirtió en la nación más alfabetizada de América Latina, también en la que tiene mejores médicos. Sin embargo, no podemos olvidar a los miles de encarcelados o ejecutados por pedir elecciones libres, o libertad de expresión, o libertad para crear libremente empresas, sin sujetarse a los designios de la economía planificada. Fidel fue, como otros, un hombre que hubiera podido ser mejor persona si una ideología totalitaria y criminal no le hubiera comido, de joven, la cabeza.
Un gran líder, en todo caso, que pasará a la Historia, que ya ha pasado.