De la enseñanza de la Historia

La Historia es la que explica los conflictos del presente. También las meras características y peculiaridades de los países y las sociedades. Quienes quieran entender por ejemplo el conflicto palestino-israelí deberían estudiar el origen del Estado de Israel, el sionismo, cosas que ocurrieron hace ochenta, noventa años. Para entender porqué al sur de Río Grande, en América, hay decenas de países en los que se habla español, y un gran país en el que se habla portugués, habría que estudiar el descubrimiento de América, el tratado de Tordesillas, la colonización ibérica de América. Todo el presente se origina en el pasado, no surge por arte de magia hace cuatro días. Por eso es tan importante que los niños estudien una Historia sin adoctrinamiento político, sin ideología, sino lo más objetiva posible. Porque las versiones ideologizadas del relato histórico sólo sirven a intereses políticos determinados, pero no a un entendimiento correcto del presente ni a una construcción honesta y justa de las sociedades. En España estamos viviendo estos últimos años una revisión revanchista de la Guerra Civil. Se hizo un anuncio de televisión en el que dos ancianos veteranos de la guerra, uno de cada bando, charlaban amistosamente, y se criticó eso. Tal vez se hubiera preferido que el anciano que luchó en el bando "rojo" se hubiera liado a garrotazos con el "facha". La verdad, que es que la Segunda República fue un régimen fallido, que provocó en parte por sus propios errores y culpas la guerra, se está ocultando. Toda la culpa pretende hacerse recaer en el bando "facha", como si la República hubiera sido un régimen modélico y perfecto y antes de 1936 no hubiera ocurrido nada injusto, ningún crimen, ningún discurso de odio, nada que reprochar a quienes dirigían el país.