La lectura (relectura, pues ya leí este libro hace muchos años) de "De lágrimas y de santos", del filósofo rumano-francés Emil Cioran, me ha sugerido una serie de comentarios. Esto es lo que más aprecio en este pensador, que siempre hace nacer en mí reflexiones y comentarios. A continuación los comparto. Bajo cada pensamiento o fragmento, en cursiva, de Cioran, va mi comentario.
Sólo creemos en Dios para evitar el torturador monólogo de la soledad. ¿A quién, si no, dirigirse?
A uno mismo, o a los otros.
El misterio de la soledad reside en el hecho de que para ella no existen criaturas inanimadas. Cada objeto posee su lenguaje propio que desciframos gracias a silencios inigualables.
Habría que decir, mejor, "para ella no existen criaturas mudas".
Dios es una ocasión de escapar a la abrumadora trivialidad de lo verdadero.
Yo no creo que lo verdadero sea trivial o aburrido. El mundo, tal como es, el cosmos todo, no podría ser más fascinante.
Dado que no existe solución a ningún problema ni salida a ninguna situación...
Niego la mayor.
Cuando escuchamos a Bach, vemos germinar a Dios. Su obra es generadora de divinidad. Tras un oratorio, una cantata o una Pasión, Él tiene que existir.
La sublimidad no es prueba. Si acaso, sólo indicio.
La certeza de no estar en nuestra casa dentro de la Divinidad.
"Nuestra casa" es el mundo mortal, como mortales que somos. Si nuestra alma perviviese tras la muerte se sentiría extraña en lo eterno.
Pues el hombre añade una paradoja a la naturaleza situándose a medio camino entre ella y la Divinidad.
En realidad el hombre sólo imagina estar entre la naturaleza y Dios, el hombre es un ser plenamente natural que no quiere aceptarlo, un animal enfermo.
Incitados por un orgullo sin límites, le hemos atribuido (a Dios) demasiadas cualidades.
En realidad, por una humildad sin límites: el hombre se disminuye cuando engrandece a Dios.
¡Algo podrido hay en la idea de Dios!
Totalmente. Y es el desacuerdo con la vida tal y como es, es el querer que haya algo más. Es en no darse cuenta de que el mundo, tal cual es, ya es infinitamente fascinante.
Todo carece de sustancia y la vida no es más que una pirueta en el vacío.
En realidad todo es sustancial, y la vida tiene infinito sentido y valor en sí misma.
Rusia y España nos muestran que nunca nos hallamos lo suficientemente cerca de Dios para tener el derecho de ser ateos...
No sé cómo se puede estar cerca de una idea en la que no se cree.
Todo lo que niega el tiempo es enfermedad.
Para empezar, la idea de algo eterno, la idea de Dios.